Del cielo abovedado a la columna exenta.
En todos los artículos
que refieren a la casa Peña se enfatiza el cielo abovedado de hormigón desde
los distintos afluentes que lo concibe el arquitecto M. Eyquem –como resumidero
del sistema estructural de pórticos utilizado, o como el elemento que permite
la apropiación del paisaje lejano en tanto que sucesión de profundidades
desplegadas al igual que los cordones montañosos en una suerte de horizonte
interior-, y así lo postulo por ser todos ellos textos de su autoría, a
excepción de la publicación de David Mackay[1].
Mas en el plano de la representación gráfica, integrado por croquis,
planimetría e isométricas explotadas del arquitecto, además de plantas de las que
no se declara su procedencia, y fotografías, es el suelo el que aparece descrito
con presición e insistencia, quedando el cielo con un carácter, más bien, de
lirismo retórico inabarcable. Así, queda patente por reiteración esta dicotomía
entre texto escrito y texto visual, ambos a cargo de discursos distintos. El
único testimonio visual de la incidencia del cielo en el suelo son las
secciones de las columnas de los pórticos, quizás por el evidente hecho de ser
los elementos que unen ambas superficies. Sin embargo, resulta complejo
intentar entrever el fundamento de las bóvedas en el suelo en su condición
física y situacional. Es aquí donde hago una primera detención aproblemada ante
la obra: el suelo, ¿da cuenta del cielo abovedado –en tanto que elemento
mensural- y de las relaciones que posibilita? Y si nos apoyamos en el supuesto
de que ello sí ocurre y que lo hace desde el reducto más básico de su vínculo,
las columnas, ¿cómo es que acontece desde ellas?
Es en la experiencia de la obra donde me propuse
avizorar qué tan dialéctico es este diálogo, y si es que realmente ocurre como
tal. La hipótesis en la que he fundado mi levantamiento versa de la columna exenta
como punto de tensión entre los planos de suelo y cielo, que en el acto de
hacerse presente manifiesta la unidad de la que hacen parte. Sólo me queda
superar lo anecdótico y verificar qué pasa con ellas y cómo acaece.
(1) Isométrica
de la obra obtenida en: Eyquem, Miguel; "Abstracción del espacio
discontinuo", en: Rev. CA, Nº 51, 1988, pp. 54.
(2) Levantamiento en terreno de
la obra a base de huincha de medir y relaciones proporcionales en altura. Hecho
con lápiz grafito y delineado con tinta para su mejor visualización.
La columna exenta en el recinto detenido.
Preciso la columna exenta como
toda aquella que no se encuentra adosada al perímetro de cierro del volumen
general. En su definición no sólo interviene la acepción de la adjetivación,
sino también, la información publicada de la obra, donde siempre que aparecen
las columnas dibujadas más allá de su sección en planta, son algunas las
representadas y coinciden con esta condición de aislamiento. A partir de este
doble afluente podemos hacer una distinción básica: las hay exteriores e
interiores. Las exteriores en su mayoría hacen parte del corredor porticado por
el norte, quedando dos al surponiente para formalizar el pórtico de acceso a la
cocina-comedor. Ambos recintos se enfrentan desde los ángulos truncados del cuadrado
que es la planta, al entorno en una lateralidad en la forma y el recorrido,
construyendo el borde que precede a las laderas descendentes del cerro en el
que se emplazan, una suerte de umbral habitable entre el paisaje lejano de
planos superpuestos y el cerro inmediato en su masa espacial y material. El
paisaje se habita desde el escorzo y las columnas en su vertical determinan el
ritmo del acto de habitarlo en su apropiación visual, siempre en la brevedad de
la detención durante el recorrido de los largos. La columna da lugar a la
detención por subdivisión mensural de la exposición y es en esta aislación que
se hace única y notable. No sólo hay acotación de la extensión por los planos
que emergen de la horizontal, suelo y cielo, sino que también por los elementos
que densifican los frentes verticales.
En cuanto a las columnas
interiores, todas ellas se hayan adosadas a la galería diagonal en rampa y,
casualmente, 3 –de 4- siguen al muro que la apoya. Aquí sucede lo mismo que en
los pórticos exteriores: formalizan una longitud que hace frente a los recintos
o situaciones contiguas en detenciones transversales.
Ahora vemos con nitidez que en la representación
isométrica de la casa está la necesidad de dibujar la columna para constituir a
partir de los elementos básicos el recinto que hacen parte. Es la exenta la que
tiene la propiedad de conformar.
[1] Mackay,
David; La Casa Unifamiliar , Ed. GG,
Barcelona, 1984, pp.58-59.
No hay comentarios:
Publicar un comentario